Una espesa niebla nos obliga a navegar con mucha precaución en el Mar de la Infodemia, hasta que de pronto nos encontramos rodeados  de elementos que nos llevan a sumergirnos en lo más profundo del pensamiento para poder sobrevivir

Hola navegantes curiosos!!

Luego de dejar atrás el enorme cubo de noticias, nos adentramos en espacios no cartografiados, de movimientos aparentemente suaves pero cuyas corrientes subterráneas y vientos propicios, nos llevan a nuevas aventuras.

Así las cosas, ingresamos a un enorme y espeso banco de niebla, que como supondrán, nos puso en alerta máxima. Decidimos arriar las velas y prepararnos para modificar nuestra nave en caso de ser necesario. La experiencia nos dice que de estas zonas de tinieblas suelen emerger monstruos que disparan noticias falsas hasta que logran hundir la capacidad de entendimiento o peor aún, que nos quitan el asombro y la curiosidad.

Tal como lo imaginamos y cuando la noche se cerraba sobre nuestra nao, casi chocamos con la enorme ladera de un fiordo, la que al vernos comenzó a gritar alertando a las demás rocas que se elevaban delante nuestro, las que se iluminaron de golpe y comenzaron a interrogarnos en un idioma construido muy similar al Toki pona -una lengua experimental filosófica-, pero lo descartamos gracias a que uno de los lingüistas que nos acompañaban, no dudó en reconocer la lengua ignota de Hildegarda de Bingen, la más antigua de esas expresiones.

Cuando ya nos disponíamos a huir hacia las profundidades agobiados por los sonidos guturales de estar gigantes rocas que nos rodeaban, de pronto vimos llegar hacia nosotros un anciano con vestimenta de monje medieval, el cual se desplazaba en una barca impulsada por una vara resplandeciente. Su aspecto humilde no ocultaba la severidad del rostro angular tras una blanca barba y una cabeza brillosa; daba el tono de ser un historiador o un filósofo.

Al momento de comenzar a hablar, inmediatamente las rocas se opacaron y callaron; en el vacío del fiordo solamente retumbaba su profunda voz. Lento pero preciso, nos interrogó sobre nuestro punto de vista en relación a la divergencia entre la revolución del conocimiento y el de la revolución de la ignorancia, en ese momento supimos que nuestra estadía allí se prolongaría por varias jornadas.

Le hablamos sobre nuestra impresión basada en que una postura nos parecía soberbia aunque necesaria para el tiempo en que surgió, pero que éramos navegantes curiosos en este Mar de Infodemia y que por lo tanto, pensábamos que sustentar nuestros descubrimientos en los pilares de la ignorancia admitida, era la mejor forma de avanzar. De hecho, cuanto más descubrimos sobre el universo o los universos que nos rodean, más ignorantes y más curiosos nos volvemos; claro que ésta postura tiene sus limitaciones, pero esperamos confiados poder afrontarlas.

La conversación derivó en la necesidad de sortear temas relacionados con la pulsión humana de construir imperios y de controlar las diversas actividades, el comportamiento, así como el ordenamiento del ocio y el bienestar.

También debatimos sobre la bifurcación de caminos entre una sociedad compuesta por homo sapiens y cyborgs o una sociedad compuesta por humanos multiconcientes e inteligencias artificiales cuánticas. Las consecuencias derivadas de cada una de estas alternativas, son enteramente probabilísticas pero nos plantean el desafío del pensamiento por encima de las creencias, lo que en el fondo implica un cambio sustancial de comportamientos sociales.

Por otra parte, las consecuencias a priori son diferentes, ya que una nos puede llevar a la aceptación de un mundo donde el humano deje de ser depredador para convertirse en presa, mientras que en la alternativa de un salto evolutivo, pasamos a constituirnos de una manera diferente en el historial universal.        

El anciano nos invitó a una guarida que le servía de refugio y a seguir conversando sobre estos temas, pero más protegidos del frío y la humedad imperantes, lo cual aceptamos gustosos.

Por lo pronto curioso navegante, no bajes los brazos, sigue explorando y recuerda que:

Pensar es urgente, porque “El futuro es ahora y las posibilidades son infinitas”.

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