Las elecciones estadounidenses se deciden, la mayoría de las veces, gracias a estos estados, también llamados ‘bisagra’ o ‘púrpuras’, que no tienen un patrón definido de voto hacia ninguno de los dos partidos en liza, a saber el republicano o el demócrata.

El sistema electoral del país hace que el ganador en un estado se lleve todos los votos de los delegados, por lo que ganar en estos estados indecisos es fundamental para llegar hasta la Casa Blanca.

(France24)-Estados Unidos enfrenta la recta final de las elecciones presidenciales. Este país tiene uno de los sistemas electorales más complejos del mundo, ya que los ciudadanos no votan a un candidato, sino que tienen un sistema indirecto de votación en el que la ciudadanía elige a unos delegados que votan por uno u otro candidato. El que gana en un estado, se lleva a todos los delegados de su rival.

Esto hace que el próximo 3 de noviembre, al igual que en citas electorales anteriores, los espectadores no verán una elección, sino 50 diferentes. Una por cada estado del país. Esto es muy representativo de cara a los esfuerzos que acometen los candidatos en determinados estados.

El hecho de que la representación se dé únicamente por el partido que gana, hace que haya estados en los que tradicionalmente siempre gane un partido. Estos son los estados seguros. Estados como California, Massachusetts o Nueva York son muy difíciles que se le escapen al candidato demócrata. Mientras que Dakota del Norte, Alabama o Texas están prácticamente asegurados para el candidato republicano.

Lo que suele definir la victoria de un candidato son los llamados «estados péndulos» o «estados púrpuras». Este término viene del color que resulta después de juntar el rojo republicano y el azul demócrata. En estos estados, la victoria de uno u otro partido no está asegurada porque nunca mantiene una línea o referencia histórica.

En 2016 fueron decisivos. Donald Trump se impuso en dos grandes estados tradicionalmente indecisos, como son Ohio y Florida, y en otros más pequeños como Arizona, Georgia, Iowa y Carolina del Norte. Hillary Clinton, por su parte, se hizo con estados disputados como Colorado, Nevada, Virginia y New Hampshire.

Estos estados suelen ser muy heterogéneos en diferentes aspectos y eso hace que la balanza se incline hacia uno u otro en función de las circunstancias previas a los comicios o incluso del nivel de participación registrado.

Los estados bisagra están aumentando en los últimos años

Un fenómeno observado en los últimos comicios que han tenido lugar en Estados Unidos es que los estados indecisos aumentan. Esto se produce por diversos motivos como es el cambio demográfico o las crisis económicas.

Las poblaciones de afroamericanos y latinos han aumentado sustancialmente en los últimos años en estados tradicionalmente republicanos como Arizona y Georgia. Mientras en otros tradicionalmente demócratas, la deslocalización de empresas y el alto desempleo han inclinado hacia el partido republicano el voto obrero blanco.

Esta ampliación se dio especialmente a partir de 2008, cuando Barack Obama se hizo con la victoria en estados que llevaban décadas votando a los republicanos con mayorías aplastantes. El expresidente ganó en Indiana, Carolina del Norte y Virginia.

La tendencia se confirmó cuando en 2016 Donald Trump se hizo con estados que los republicanos no dominaban desde los años ochenta y que pertenecen al cinturón industrial, como Michigan, Pensilvania y Wisconsin.

Antes de las elecciones de 2004 estos estados «púrpura» formaban un pequeño grupo que solía estar formado por Colorado, Florida, Iowa, New Hampshire y Ohio, con alguna excepción más. Para 2020, se estima que habrá unos posibles quince estados bisagra, de los que nueve serán claros dada la igualdad que muestran los candidatos en las diversas encuestas lanzadas.

Más estados bisagra, mayor esfuerzo en campaña

Las campañas electorales también giran en torno a estos estados. Los candidatos en Estados Unidos no buscan el mayor apoyo popular, sino el mayor número de victorias en estados, y en este aspecto es fundamental llevarse a los indecisos. Es por ello por lo que las grandes inversiones no se dan en estados densamente poblados como California o Nueva York, sino en estos estados indecisos.

Según Medium Buying, un rastreador que identifica donde se están invirtiendo el mayor número de anuncios electorales, el exvicepresidente Biden ha invertido la mayoría de su presupuesto en quince estados. De ese número, diez fueron ganados por Donald Trump en 2016 y cinco por Hillary Clinton.

Entre esos diez destacan estados de voto tradicionalmente demócrata que se perdieron por un estrecho margen en 2016, como Michigan o Wisconsin, pero también dos que llevan décadas votando a los republicanos, como Texas o Georgia. En Texas no gana un demócrata desde 1976 y en Georgia desde 1992. Esto responde a que los cambios demográficos favorecen al partido demócrata y las encuestas reflejan una igualdad no vista hacia mucho tiempo.

Los republicanos invertirán la mayoría de su presupuesto en once estados. En todos ellos coinciden con los demócratas. Estos son Arizona, Florida, Iowa, Michigan, Minnesota, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Pensilvania y Wisconsin. La estrategia republicana para estos comicios radica en intentar mantener los estados sorpresivamente ganados en 2016.

¿Qué estados presentan las encuestas más igualadas?

A falta de menos de un mes para las elecciones, ya se van definiendo los estados en los que se librará una dura batalla electoral que podrá definir al ganador de la noche del 3 de noviembre. Algunos son estados bisagra tradicionales, pero otros no tanto.

La primera de las grandes batallas se dará previsiblemente en Arizona. Un estado tradicionalmente republicano, pero donde el aumento de población latina y de concentración de habitantes en el área metropolitana de Phoenix ha hecho cambiar. Este estado aporta once delegados y, según un promedio de encuestas, Biden mantiene allí una ventaja del 3,5%.

El siguiente es otro estado históricamente republicano, en el que el peso del voto afroamericano puede declinar la balanza a favor de Biden. Carolina del Norte aporta quince delegados en las elecciones, y en este estado el ex vicepresidente cuenta con una ventaja del 1,6%. Obama ya se hizo con este territorio en 2008, pero está por ver si la ajustada batalla electoral es ganada por los demócratas de nuevo.

Ohio es quizá el ‘swing state’ más representativo, ya que su voto tradicionalmente coincide con el ganador de las presidenciales. Según el último promedio de encuestas, la ventaja de Biden es ínfima. Apenas del 0,6%.

Pensilvania es otro de los lugares donde la campaña electoral estará más presente. Donald Trump se hizo con este estado en 2016, pero la ventaja actual de Biden es de 6,2 puntos. Los veinte delegados que aporta este estado son claves.

El mayor premio entre los estados indecisos siempre es Florida y sus 29 delegados. George Bush se hizo con la victoria en el año 2000 ante Al Gore por ganar en el estado de Florida, a pesar de haber perdido el voto popular ante su rival demócrata. El voto hispano tiene un gran peso en este lugar, que ha visto cómo su importancia ha ido aumentando en las últimas décadas. La batalla también está muy ajustada y Biden se impone por tan solo dos puntos a Trump.

Hay que recordar que las encuestas también daban la victoria a Clinton en 2016 en este estado, pero finalmente el magnate neoyorquino también se impuso aquí.

Georgia también será otro de los estados con el voto más igualado. El ganador ha ido oscilando en los últimos meses según las encuestas, pero actualmente es Joe Biden quien supera a Trump. Una victoria demócrata sería algo histórico.

Michigan es otro estado clave donde Trump ganó en 2016 y que parece que Biden puede recuperar. Algo similar sucede en Wisconsin. En los dos estados parece que Biden goza de una ventaja notable de más de seis puntos y podría hacerse con los veintiséis delegados que ambos estados suman.

El único estado de los disputados, que da a Donald Trump como ganador en las encuestas, es Iowa, aunque por menos de un punto.

El ganador en estos estados será el que probablemente sea el nuevo presidente de Estados Unidos, salvo que se produzcan grandes sorpresas en los estados seguros. Las encuestas siguen dando como favorito a Biden, pero las elecciones de 2016 dieron una lección de cómo no confiar exclusivamente en estos datos. El voto por correo y la participación serán decisivas para declinar la balanza a uno u otro lado.