Para algunas personas, el futuro y el porvenir son sinónimos, pero la diferencia está en que uno se cultiva y el otro se construye

Casi todas las personas hemos escuchado el mandato de “construir un futuro promisorio, un porvenir”; pero ¿nos detenemos a pensar la diferencia entre una cosa y la otra? Los invito a hacerlo juntos.

A través de las diferentes producciones que impulsamos desde Editora Pi, tratamos siempre de dejar la impronta del pensamiento por sobre la creencia, esto es en función de que nos resulta un desafío mayor, que nos obliga a poner en funcionamiento otras características, las que llamamos humanas.

Cuando hablamos de características humanas, nos estamos refiriendo etimológicamente a lo procedente de la tierra, del humus. Y el humus debe cultivarse si se desea obtener frutos del árbol del conocimiento. Para cultivar es necesario poseer ciertas características como por ejemplo, el amor, la paciencia y la observación.

Cultivar

El amor por el deseo de saber ya no como hecho individual, sino colectivo, de trascendencia, de actividad conjunta. El amor nos hace mejores como personas porque trae consigo la consigna del cuidado, del arropamiento y también el de la libertad. Al tomar conocimiento, nos sentimos más libres y queremos compartir ese sentimiento, queremos que sea universal, que todas las personas sepan. La trascendencia que lleva en su vientre el amor, es precisamente el futuro.

Pero para poder trascender, también es muy importante la paciencia. Nadie cultiva conocimiento de un momento para otro; es un trabajo que requiere adquirir experiencia, atravesar momentos de incertidumbre, tener objetivos claros cuando todo parece desmoronarse, cuando no sabemos si la semilla plantada está recibiendo los nutrientes correctos y en la forma y proporción correctas. La paciencia es una de las formas de la esperanza y sabemos que ésta es un componente insoslayable del futuro.

Si estamos cultivando nuestro futuro como humanidad, no deberíamos dejar de lado la observación, el chequeo constante de nuestra dirección, saber si los porqués tienen su respuesta adecuada, la introspección como sociedad y el debate sobre lo que estamos observando. Nuestra mirada también nos cultiva, es a través de ella que sabemos lo que nos falta y lo que sobra, lo que molesta y lo que está bien. Observarnos es una forma de conocernos y pensarnos, como futuro humano, ya no individual, sino como especie.

El porvenir

Mientras nos cultivamos, no debemos perder de vista la pulsión de reproducirnos, la ambición de mejora en nuestras condiciones de vida y el deseo de cubrir las necesidades más primitivas, como lo son la vivienda, el vestido, la seguridad y salud de nuestro cuerpo y por supuesto, los alimentos.

Lentamente a lo largo de nuestra estadía en el planeta, fuimos ideando mejor formas para lograr estos objetivos, incluso hemos desarrollado un sistema de escalas al que hemos denominado “porvenir”. Como todo desarrollo, el porvenir se construye y para ello es imprescindible contar con algunas cosas como por ejemplo un horizonte donde ir, un camino donde transitar, unas premisas o reglas que respetar.

El horizonte donde ir es nuestro mandato, nuestra meta. Saber que tenemos uno, es de las primeras lecciones que tomamos cuando tenemos conciencia de nuestro ser. Lo maravilloso es cuando aunamos lo individual con lo colectivo, es entonces cuando la energía se multiplica de forma exponencial y todas las personas experimentamos una sensación de felicidad relacionada con el encuentro, con la conjunción de propósitos.

Más de una vez hemos escuchado hablar sobre la importancia del camino, de dejar nuestra huella en él, de las experiencias que nos brinda, de las oportunidades y desafíos que nos plantea. Planificar nuestro camino sin dudas es importante, pero debemos tener en cuenta precisamente, lo imponderable. Como individuos tratamos de acortar las brechas que el azar nos plantea y para ello es que vivimos diseñando nuevas herramientas que nos ayuden. Es allí donde la tecnología, la ciencia, la investigación, la prueba y el error, son indispensables. En el camino es donde aplicamos nuestros conocimientos, donde desarrollamos la infraestructura necesaria para no desaparecer, donde vivimos el presente y nos proyectamos hacia el porvenir.

Como sociedad en expansión, también nos hacen falta algunas reglas de consenso, algo en lo cual estemos todas las personas de acuerdo. No hay porvenir si no nos respetamos entre nosotros, si no preservamos nuestras vidas, si atacamos nuestro entorno, nuestro humus.

Cuando hablamos de triple impacto, lo hacemos en función de sustentabilidad, sostenibilidad y de inclusión; sin estas premisas cumplidas, no podemos aspirar a mucho en este planeta. Para poder cumplirlas debemos pensarnos en conjunto, debemos pensarnos como parte de la naturaleza y no sobre ella, debemos cultivarnos. Por eso consideramos importante que tomemos conciencia que no se trata solamente de construir un porvenir más o menos distópico, se trata de cultivarnos como sociedad, para crecer fuertes y que nuestra sombra no sirva para ocultar, sino para inspirar, ya que si hay sombra, hay vida y de eso se trata. 

 Pensar es urgente, porque:

 “El futuro es ahora y las posibilidades son infinitas”.

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