Betina Agaras, docente investigadora de la UNQ, detalla en qué consisten estas bacterias que mejoran el rendimiento de los cultivos y explica que el objetivo es fabricar un producto vegetal que tenga como insumo principal a las bacterias y no destruya el medioambiente, como sucede con los pesticidas.
Las pseudomonas son bacterias que habitan el suelo y ayudan a las plantas a tener mejor salud, a crecer mejor y nunca enfermarse. Por ello, conocer su comportamiento y saber cómo actúan para reducir el impacto de los hongos patógenos sobre los cultivos es vital para los productores agrícolas. Sobre todo esto reflexiona Betina Agaras, doctora en Ciencia y Tecnología por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) e investigadora del Conicet en el Laboratorio de Bioquímica, Microbiología e Interacciones Biológicas del Suelo de esa casa de estudios.
–Desde el Laboratorio, se especializan en las interacciones entre microorganismos presentes en el suelo…
–Sí, trabajamos con bacterias que ayudan a las plantas a mejorar su crecimiento y rendimiento. En particular, nos interesan aquellas que colaboran en la prevención de enfermedades que podrían perjudicar a los cultivos. Las pseudomonas, que desde los años ‘80 fueron denominadas “rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal” (PGPR, por sus siglas en inglés), forman parte de este grupo de bacterias y buscamos comprobar de qué manera se producen en la práctica estas interacciones que estimamos y sabemos que ocurren a nivel teórico. Nos interesa conocer cuáles son los mecanismos que regulan todos los comportamientos: el de los hongos patógenos, el de las bacterias y el de las plantas.
–¿Y qué observan en la práctica?
–Vemos que, efectivamente, estas relaciones se producen de manera asidua. De hecho, el proyecto surgió como resultado de uno anterior en el que tratábamos de entender el efecto de las prácticas agrícolas en todos los microorganismos que habitaban el suelo. Así es como empezamos tomando muestras de los campos de productores en actividad, obtuvimos diversos aislamientos y los guardamos en el freezer para, en algún momento, aprovecharlos. De este modo, una vez en el laboratorio, y con el correr del tiempo, enfrentamos a las pseudomonas con los hongos para explorar lo que ocurría y logramos advertir cómo frenaban su alcance patógeno. En la actualidad, sólo trabajamos con aquellas bacterias que mostraron mejores perspectivas en relación a la producción agrícola.
–El horizonte, entonces, es diseñar un producto comercial en base a pseudomonas que pueda aplicarse en los campos y así mejorar el rendimiento de los cultivos…
–Exacto. Ese es nuestro objetivo de máxima, estamos en ese camino. A diferencia de muchos de los que se comercializan en la actualidad, este promovería la sustentabilidad de los suelos porque estaría basado en inoculantes biológicos. Las pseudomonas, por lo que hemos observado en ensayos in vitro, tienen la capacidad de romper la membrana de los hongos y producir sustancias que capturan nutrientes del medio. Algo diferente es lo que puedan llegar a hacer en un entorno silvestre, en escenarios donde los comportamientos de los agentes naturales, potencialmente, podrían modificarse.
–¿Por qué?
–Porque hay imponderables que desde el escritorio no manejamos: lombrices, arañas y todo tipo de seres vivos que también tienen su impacto en el proceso. En muchas disciplinas suele ocurrir que lo que en el laboratorio funcionaba hermoso y cerraba por todos lados, en la práctica se desarma. Ello se expresa de esta manera porque no es lo mismo trabajar en ambientes controlados que en otros sobre los cuales no podemos ejercer ningún monitoreo. La verdad es que tuvimos ensayos muy prometedores con maíz y trigo, por lo que estamos en la “dulce espera” para ver si finalmente nos publican los resultados y logramos avanzar en todos los frentes.
–El problema es que al productor, en general, sólo le interesa mejorar el rendimiento.
–Sí, eso es verdad. Quieren que el cultivo mejore, sin importar si la planta crece de manera más vigorosa en presencia o ausencia del hongo. Sin embargo, a nosotros nos interesa el cómo. No se trata de mejorar la productividad a cualquier costo, porque ya hemos visto lo que sucede con nuestros suelos. Se desgastan y después toma décadas poder recuperarlos. En el último tiempo, han sido muy importantes todos los desarrollos en agricultura sustentable, sobre todo para sortear los conflictos que acarrean el cambio climático y el uso indiscriminado de pesticidas. Frente a ello, las opciones biológicas constituyen herramientas inmejorables pero primero hay que comprenderlas lo suficiente como para saber por dónde aprovechar sus características innatas.
–De manera que podríamos concluir que las bacterias no son ni “buenas” ni “malas”, como muchas veces insistimos en clasificar.
–Por supuesto, estamos hechos de bacterias, por lo tanto no podemos adscribirles características humanas cuando no lo son. En general, se las vincula fuertemente con las enfermedades que provocan porque nuestra perspectiva acerca del mundo nunca deja de ser esencialmente antropocéntrica. Ese cambio es cultural y también es una batalla que tenemos que dar en el espacio público.
Fuente: Universidad Nacional de Quilmes – Departamento de Ciencia y Tecnología